Mi testimonio anterior hablaba de la experiencia que vivimos los jóvenes del litoral en un encuentro que se desarrolló en mayo de 2008, donde tratamos el tema: “¿la muerte como fin ultimo?”. En esa ocasión lo que nos dejó, entre otras cosas, el encuentro fue que el disfrute, el placer y el goce eran necesarios para que generásemos muchas cosas positivas, para acompañar, para escuchar, para AMAR!! y que para que se manifestaran esas potencialidades era necesario amarnos nosotros mismos también.
Es así, que entre los días 15 y 18 de enero de este año se llevó a cabo el ulterior desarrollo de esta temática, y la comunidad de Rosario del Tala nuevamente nos abrió los brazos y las puertas para que celebrásemos este campamento de verano junto a los jóvenes de la región metropolitana, quienes tuvieron la iniciativa de acompañarnos y compartir esta experiencia con nosotros, el tema del campamento fue: “Ama a Dios. Ama a tu prójimo como a ti mismo”, y se desarrolló en las inmediaciones del Tiro Federal de Rosario del Tala y luego se trasladó, en un acto de verdadero amor y gracia, al edificio del Colegio Madre María Blanca Hermida.
Personalmente, creo que la temática del campamento se manifestó a cada momento y en cada uno de nosotros, ya que la convivencia y el aprendizaje fueron las constantes, y a esto aportaron muchísimo los jóvenes de la REMEJO, quienes compartieron juegos, experiencias, puntos de vistas, opiniones, etc.; pero que también supieron escuchar, tolerar, aprender y compartir junto a nosotros.
El reflexionar fue la actividad por excelencia a lo largo de todo el campamento, y también el detonante de muchas cosas, sobre todo del descubrirnos a nosotros mismos como personas, como familia, como comunidad. Encontramos dificultades a la hora de definir concretamente lo que el amor es, pero coincidimos en que se manifiesta en acciones, y que es justamente a partir de esto que el odio no es el opuesto del amor, porque el acto de odiar hace visible el hecho de que nos importa y nos consume tiempo y preocupación algo o alguien; es así que el ignorar o ser indiferente es el verdadero opuesto del amor ya que no concibe ningún tipo de acción dirigida a nada ni a nadie.
Descubrimos que amar a Dios es de alguna forma olvidarnos de nuestros impulsos egoístas, pero que al mismo tiempo significa regocijarse en el placer que el acto de amar representa. Que amarnos a nosotros mismos se puede transformar en una de las tareas más difíciles de la vida de un cristiano, que muchas veces uno deja de ser la prioridad, pero que al mismo tiempo dirigiendo acciones hacia alguien más encontramos regocijo, y es así que llegamos a donde los limites y las fronteras son difusas: ama a tu prójimo. Pero es en este punto en el que nos revelamos a nosotros mismos satisfechos con las respuestas que habíamos ido encontrando a lo largo del campamento…no solo aquellas que se habían dejado ver con las reflexiones en torno al tema que nos convocaba, sino también, y aun mas importante, a aquellas que se nos fueron manifestando en acciones, en el compartir y convivir todos juntos: en el estar abiertos a conocer gente nueva; en prestar el hombro y el oído a aquellos que estaban pasando por un mal momento; en el compartir ese mal momento por el que se estaba atravesando; el compartir el amor por lo que uno hace y el conocimiento que uno posee sobre ello; en estar atentos y prestos a aprender y aprehender de ese conocimiento; en escuchar pablaras poco acertadas y estar dispuesto a compartir perspectivas; en abrigar a jóvenes de una comunidad religiosa distinta de la de uno y poner a su disposición todos los recursos que uno tiene; en el trabajo y el esfuerzo que es necesario para que se haga efectivo un campamento. Pero también aprendimos que muchas veces una corrida puede terminar en un golpazo pero que con un par de chistes se pasa el susto, que las tortas negras también se comparten con las hormigas, y que “un poco mas de respeto” es una frase que se puede aplicar incluso a las tostadas.
Creo que estas fueron las lecciones que todos nos llevamos con nosotros, lecciones que se generaban en una ronda de mates (o tererés), en un juego, en una oración, en un agradecimiento, en un abrazo, en un saludo, en una serenata.
Los momentos compartidos en este campamento reflejan exacta e inmejorablemente el tema que nos reunió en Rosario del Tala, y todo lo aprendido en esos cuatro días llenaría libros y libros sobre el respeto, la tolerancia, la inclusión, el compañerismo, el AMOR; pero el secreto de todo el campamento no fueron las palabras escritas ni habladas, fueron las acciones, las acciones de jóvenes que fueron y que SON un ejemplo para muchos adultos, jóvenes que se hicieron cargo y tomaron riendas de las responsabilidades, incluso de aquellas que no les correspondían. Y adultos que nos dieron el lugar y el espacio para desarrollarlas y desarrollarnos, a veces con un poco de oposición, pero aun así generando oportunidades para poner y exponer en acciones el amor a Dios, al prójimo y a nosotros mismos.
Para terminar solo quisiera dejar unos puntos suspensivos porque esto no termina aquí. Este campamento sin dudas ha abierto las puertas para que muchas cosas sigan desarrollándose, porque fue solo una semilla que dará lugar al nacimiento de un árbol, al que todos seguiremos aportando para que crezca más y mas fuerte, y ese árbol dará semillas y así seguirá dando luz a muchos procesos que cambiaran el paisaje. Por lo tanto ni siquiera voy a decir “hasta el verano que viene”, sino que me despido con un
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Es así, que entre los días 15 y 18 de enero de este año se llevó a cabo el ulterior desarrollo de esta temática, y la comunidad de Rosario del Tala nuevamente nos abrió los brazos y las puertas para que celebrásemos este campamento de verano junto a los jóvenes de la región metropolitana, quienes tuvieron la iniciativa de acompañarnos y compartir esta experiencia con nosotros, el tema del campamento fue: “Ama a Dios. Ama a tu prójimo como a ti mismo”, y se desarrolló en las inmediaciones del Tiro Federal de Rosario del Tala y luego se trasladó, en un acto de verdadero amor y gracia, al edificio del Colegio Madre María Blanca Hermida.
Personalmente, creo que la temática del campamento se manifestó a cada momento y en cada uno de nosotros, ya que la convivencia y el aprendizaje fueron las constantes, y a esto aportaron muchísimo los jóvenes de la REMEJO, quienes compartieron juegos, experiencias, puntos de vistas, opiniones, etc.; pero que también supieron escuchar, tolerar, aprender y compartir junto a nosotros.
El reflexionar fue la actividad por excelencia a lo largo de todo el campamento, y también el detonante de muchas cosas, sobre todo del descubrirnos a nosotros mismos como personas, como familia, como comunidad. Encontramos dificultades a la hora de definir concretamente lo que el amor es, pero coincidimos en que se manifiesta en acciones, y que es justamente a partir de esto que el odio no es el opuesto del amor, porque el acto de odiar hace visible el hecho de que nos importa y nos consume tiempo y preocupación algo o alguien; es así que el ignorar o ser indiferente es el verdadero opuesto del amor ya que no concibe ningún tipo de acción dirigida a nada ni a nadie.
Descubrimos que amar a Dios es de alguna forma olvidarnos de nuestros impulsos egoístas, pero que al mismo tiempo significa regocijarse en el placer que el acto de amar representa. Que amarnos a nosotros mismos se puede transformar en una de las tareas más difíciles de la vida de un cristiano, que muchas veces uno deja de ser la prioridad, pero que al mismo tiempo dirigiendo acciones hacia alguien más encontramos regocijo, y es así que llegamos a donde los limites y las fronteras son difusas: ama a tu prójimo. Pero es en este punto en el que nos revelamos a nosotros mismos satisfechos con las respuestas que habíamos ido encontrando a lo largo del campamento…no solo aquellas que se habían dejado ver con las reflexiones en torno al tema que nos convocaba, sino también, y aun mas importante, a aquellas que se nos fueron manifestando en acciones, en el compartir y convivir todos juntos: en el estar abiertos a conocer gente nueva; en prestar el hombro y el oído a aquellos que estaban pasando por un mal momento; en el compartir ese mal momento por el que se estaba atravesando; el compartir el amor por lo que uno hace y el conocimiento que uno posee sobre ello; en estar atentos y prestos a aprender y aprehender de ese conocimiento; en escuchar pablaras poco acertadas y estar dispuesto a compartir perspectivas; en abrigar a jóvenes de una comunidad religiosa distinta de la de uno y poner a su disposición todos los recursos que uno tiene; en el trabajo y el esfuerzo que es necesario para que se haga efectivo un campamento. Pero también aprendimos que muchas veces una corrida puede terminar en un golpazo pero que con un par de chistes se pasa el susto, que las tortas negras también se comparten con las hormigas, y que “un poco mas de respeto” es una frase que se puede aplicar incluso a las tostadas.
Creo que estas fueron las lecciones que todos nos llevamos con nosotros, lecciones que se generaban en una ronda de mates (o tererés), en un juego, en una oración, en un agradecimiento, en un abrazo, en un saludo, en una serenata.
Los momentos compartidos en este campamento reflejan exacta e inmejorablemente el tema que nos reunió en Rosario del Tala, y todo lo aprendido en esos cuatro días llenaría libros y libros sobre el respeto, la tolerancia, la inclusión, el compañerismo, el AMOR; pero el secreto de todo el campamento no fueron las palabras escritas ni habladas, fueron las acciones, las acciones de jóvenes que fueron y que SON un ejemplo para muchos adultos, jóvenes que se hicieron cargo y tomaron riendas de las responsabilidades, incluso de aquellas que no les correspondían. Y adultos que nos dieron el lugar y el espacio para desarrollarlas y desarrollarnos, a veces con un poco de oposición, pero aun así generando oportunidades para poner y exponer en acciones el amor a Dios, al prójimo y a nosotros mismos.
Para terminar solo quisiera dejar unos puntos suspensivos porque esto no termina aquí. Este campamento sin dudas ha abierto las puertas para que muchas cosas sigan desarrollándose, porque fue solo una semilla que dará lugar al nacimiento de un árbol, al que todos seguiremos aportando para que crezca más y mas fuerte, y ese árbol dará semillas y así seguirá dando luz a muchos procesos que cambiaran el paisaje. Por lo tanto ni siquiera voy a decir “hasta el verano que viene”, sino que me despido con un
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Valeria J. Ruiz